Las cosas podrían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. 

Buenos días cafeteros, en mi imaginación he creado una figura entre Afrodita, la diosa de la belleza, la sensualidad y el amor y Atenea, diosa de la guerra, la civilización, sabiduría, estrategia en combate, de las ciencias, de la justicia y de la habilidad porque el equilibrio entre ambas es mi aspiración en la vida y después de escribir esta entrada es lo que me ha venido a la mente.
Se llama Nafronea, sé que no me he currado mucho el nombre, pero es para lo que me llega en estos momentos.

(El nacimiento de VenusWilliam-Adolphe Bouguereau1879).
El juicio de Paris, de Hendrick van Balen (1599). Atenea aparece en el centro, con el escudo, la lanza y el casco.

Lejos de lograr el equilibrio de Nafronea, con 24 años se me va de las manos lo de romper relaciones cuando se podrían arreglar y otras veces tengo pensamientos intrusivos sobre personas a las que he dejado atrás por sentir que no eran buenas para mí.

Te voy a contar (porque me apetece escribirlo) frases y acciones que han marcado etapas de mi vida y se han quedado grabadas en mi memoria, distorsionando mi percepción y posterior acción. También la responsabilidad que he tenido en las mismas, aunque me joda reconocerlo, claro. Es más sencillo lamentarse. Pero además me doy las gracias por verlo, recapacitar, mostrarlo sin temor y me motivo a seguir aprendiendo.

Una vez, rompí con una relación afectiva porque sentía que me estaba perdiendo, se lo comuniqué y me dijo: «si sigues así, acabarás sola». Otra relación me castigaba con el silencio y eso hace que en mí salten las alarmas cuando alguien se calla. Otra me puso los cuernos después de haberse ganado mi confianza y mostrar su aparente dolor. Con la que me puso los cuernos me hablaba desde el «qué buena persona eres» y ahora no hay nada que deteste más que que me llamen buena persona, porque lo asocio con ser inocente y gilipollas.
En muchas relaciones me he apalancado por pensar que soy demasiado activa porque otra relación me dijo que mi felicidad le abrumaba o que conocía demasiadas personas.
¿Demasiado activa, demasiadas personas? sí, estupideces así me vienen a veces.
Otra me dijo que si no me valía con ella que tenía que ir buscando la diversión fuera, haciéndome sentir mal. Otra no venía a eventos importantes para mí porque estaba estresada. Tampoco quería conocer a mis amigos o hablaba mal de los que conocía en determinadas ocasiones, finalizando su humilde intervención con un “pero es muy buena persona” que tanto detesto. Ya conocía a sus personas, de los que también había alguna crítica inamovible. Con los que hablaba mal de mí en ocasiones, claro. Con otros me idolatraba, en ocasiones también, y así todo bien en la conciencia.

El mínimo común que ha multiplicado todas éstas acciones ha sido la falta de límites, que finalmente desgastan. Y la falta de cuidados por ambas partes, que también. Añado que soy intensa a la hora de conocer a las personas, no me gusta ir poco a poco y si la información no va entrando progresivamente, corro el riesgo de abrumar (T_T) = es una cara llorando, échale imaginación.

Hoy me pido perdón por fustigarme con las acciones que otros cometían y creer que ser yo misma está mal. También me pido perdón por no darme cuenta antes de si encajo o no con las personas y saltarme los pasos para conocerlas. Cuando aquí no hay nada malo, simplemente falta de autoconocimiento y empatía con los errores propios y ajenos, cosas que se pueden trabajar.

Litografía francesa de Charles Vernier (1920), ilustrando el antiguo castigo de la «palmeta» en la educación.

Hoy también me doy las gracias por ir construyendo una nueva Nora, guiada por las virtudes estoicas (sabiduría, templanza, justicia y coraje) y motivada por conocerse para ser capaz de amar BIEN y DE VERDAD. Tal y como se merecen las personas que me rodean.

Ahora sólo tengo que hacer unas cosillas:

Mi propio jefe no, pero mi propia entrenadora sí soy.

1. cambiar mis ideas limitantes para tener mayor apertura mental, porque las personas somos muy dadas a eso de querer ser coherentes con nuestras acciones (spoiler: gilipollez) y preferimos tener razón a ser felices. 
Ejemplo 1
: siempre he sido bastante reticente a esto de las aplicaciones para conocer a peña, porque tuve una mala experiencia y ahora me imagino cosas horribles. Pero unos amigos míos coincidieron en un bar, entablaron conversación por ahí, después de conocerse más y ver que son compatibles, viven juntos y se van a casar. Otra amiga también las utiliza, no ha tenido tanta suerte de momento, pero sí vivencias. Desde luego, si amplías tus posibilidades para conocer personas, tienes mayor probabilidad de conocer a alguien para compartirla (aunque para no hacerlo sobre todo).

Así que, me plantearé descargarla en un buen tiempo, quizás para cuando acabe mis estudios o no quiera ser una margi a las ciudades nuevas a las que vaya. ¡Es placentero cambiar de idea!

Ejemplo 2: “los grupos no me gustan” porque los tengo asociados a los comentarios nefastos entre personas que se quieren como comentaba antes. Yo también lo he hecho, eh, por algo mal gestionado que después me he planteado e intentado corregir. Cosa que me ha llevado a pedir disculpas muchas veces.  Pero ahora estoy con un grupo de amigos, respetando y aceptando nuestras diferencias, hablando las cosas, y cuidándonos.


2. darme cuenta de que para establecer cierto tipo de relaciones tengo que ir conociendo a las personas poco a poco y en diferentes áreas de su vida sin ilusionarme tanto al principio, porque me ciego. Después me cuesta ser consciente de mis límites, así como comunicarlos de forma asertiva; “forma de expresión congruente, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia. Contar con un criterio propio dentro de la sociedad es indispensable para comunicarnos de una mejor manera”.

Ejemplo 1: una vez estaba esperando el autobús en el Cetis (parada de autobuses de Ibiza) y me puse a hablar con un señor. Le pregunté que de dónde venía y dónde iba. A lo que me respondió que venía de la cárcel de Madrid y que no vaya hablando con personas que no conozco. Luego me soltó un comentario del tipo: “no te haré nada, también tengo una hija”. Espero que bromeara, pero no estoy segura, recuerdo que “casualmente” me llamaron al móvil y tuve que irme.

Ejemplo 2: otro día fui de fiesta con unos amigos de ese momento, ni recuerdo quienes fueron, y me senté en la playa. Un chico, peleándose con otro, tiró una botella de cristal que fue a parar a mi cabeza. Años más tarde fui a una fiesta en la playa llamada “Children of 80’s” y en el coche con otros amigos dije: ¿si me pasa algo os haréis responsables de mí? uno de mis amigos se ofendió porque lo dudara (el otro puede que también, pero no lo dijo) y no supe explicarle de forma asertiva porqué me había asaltado esa pregunta. Aunque lo expliqué, de alguna manera que no recuerdo.

(Son ejemplos de porqué tendría que conocer poco a poco y tener una comunicación asertiva)

La figura del fénix la meto aquí porque nace de sus cenizas, me va lo metafórico.

Lo que he aprendido de todo esto es que me quiero comportar como sería la persona con la que quiero compartir mi tiempo: haciendo ejercicio, estando sana, reflexionando, interesándome por lo que me rodea, cuidando a mis amigos y familia, viajando, aprendiendo cosas nuevas, siendo sincera, cuidando y estando abierta de mente a la par que siendo respetuosa.

De momento, seguiré caminando por la vida aprendiendo y adquiriendo nuevas experiencias, pero ahora poquito a poco y con muchas ganas de disfrutar.

2 comentarios en «Nafronea y la figura del fénix»

  • Buenas tardes,
    La vida es una escuela en sí misma.
    Hay una frase a modo de reflexión al final de nuestras vidas, dice así: lástima que me tenga que morir, cuando sabría como vivir.
    Es igual, aunque naciéramos cien veces, la vida te seguiría poniendo de rodillas.
    Sí alguien me pregunta, qué echas de menos en tú juventud?
    Le contestaría, la intensidad con que lo vivía todo. Años que son irrecuperables a pesar de mí buena condición física.
    No te fustigues tanto, en la juventud se suele tener un años locos y claro que se cometen errores.
    Así que mí consejo sería, vive, siente, ama, aprende a equivocarte y que nada ni nadie te aparte de tú formación o sueños. Céntrate en tus estudios para labrarte un futuro y cree en ti misma.
    Sí existen algunas amistades que no te interesan, déjalas de lado.
    Es normal también tener altibajos, joer¡ que no somos perfectos.
    Un saludo.

    • ¡Gracias por compartir mensajes impregnados de tu sabiduría Bernabé!
      Quizás en algún momento abandono el estoicismo, pero es lo que de momento da sentido a mis acciones y permite que me centre en mí y en mi familia.
      Pero sí abandonaré el fustigamiento y a disfrutar más de lo que lo hago, que ya me siento preparada para hacerlo 🙂

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