Llevo un tiempo exigiéndome hacer las cosas que hago. Disfrutando el proceso, claro, pero poco.
Más bien tratando de engañarme con que me gusta todo lo que hago y como una es lo que se dice que es y cómo se siente con ello entre muchas cosas, me he acabado creyendo mi mentirijilla. O eso creía.

La relación que tengo conmigo misma se va transformando lentamente en algo que parece que me va a gustar. Estoy aprendiendo a ponerme límites a mí misma, desde el cariño que me he ido cogiendo, para sentir que me respeto y seguir contenta.

He aprendido cosas que son importantes para mí en las relaciones sociales, después de darle muchas vueltas al mismo tema: el reconocimiento recíproco de las personas como lo que somos, seres humanos sin etiquetar; paciencia para entenderlo unida al aprendizaje continuo impulsado por la curiosidad insaciable que permite ser consciente de la posición que se ocupa frente a otros y la que ocupan esas otras personas dentro de la sociedad que compartimos. Donde hay espacio para todas nos guste o no; la influencia que tienen las palabras; complementarnos en algún aspecto con quien compartimos el tiempo respetando las diferencias; establecer acuerdos que propicien bienestar a las partes integrantes y el fresquito para relajarnos.

Por lo pronto, yo estoy aprendiendo a ponerme límites cuando me percato de la ansiedad por dar respuesta a las situaciones y comentarios que se me presentan y guían mi impulsividad. Me he pispado de que mientras más sana física y psíquicamente estoy, mejores relaciones tengo, porque más atención puedo prestarme y prestar a los demás.

Por lo que estoy trabajando la empatía hacia una mini yo que habita en mi cabeza mientras se toma un café con un globo azul, al que tiene que prestarle atención porque en el caso contrario, se le escapa y explota pinchándose con un cactus. Esto es lo que visualizo cuando medito.

A raíz de mi introspección, soy consciente de que amo a muchísimas personas, pero no necesito a ninguna, ni ellas a mí, y eso me está allanando el camino para tratarnos mejor porque son las decisiones que tomo todos los días conscientemente. Si nos necesitáramos, tendríamos que revisar nuestra escala de valores y hacer más introspección.

No significa que no quiera lo que no necesito, eh.

Significa que respeto las decisiones que toma la peña y trabajo en mí para que no quieran irse y quieran que sigamos caminando juntas.

Mucha gente ha pasado ya por mi vida y más que pasará. Algunas se han ido y otras se han quedado, algunas nos saludamos si nos vemos y otras tantas han vuelto. Alicientes para mimar mi autocuidado y poder cuidar mejor a los que están conmigo. Tengo la gran fortuna de pertenecer a una familia estable que me quiere muchísimo y que desde que existo están conmigo, cada uno a su manera.

Gracias a la neuropsicóloga que me trata, he recordado e intento ser consciente más a menudo de que hay círculos de confianza/intimidad y me gustaría resaltar que no pretendo que te importe un carajo lo que pienso o lo que hago con mi tiempo de vida, pero espero que te sirva para reflexionar y aplicar algo a la tuya.

Si me lees, tienes parte de mi intimidad y no puedo hacer más que darte las gracias por tu tiempo.

¡El team pirata/cactus/café filosofal viene de nuevo! (Imagina esto con la voz de Musashi (Jessie) del Team Rocket de Pokémon para que tenga sentido el Pikachu que he puesto como segunda imagen, gracias. Si no la puedes imaginar porque no has visto la serie o cualquier otro motivo, te dejo un vídeo donde tiene lugar lo que trato de referenciar: https://www.youtube.com/watch?v=zojqj6zVnlc en el minuto 8:00. Nos leemos pronto)