¿Alguna vez has sentido que cuando todo está perfectamente en su lugar, te invade una extraña sensación de aburrimiento? Yo sí y es un tema que me da de un por culo que ni te imaginas.
La vida organizada y predecible parece la receta para la tranquilidad, pero, curiosamente, también puede llevarnos a sentirnos apáticas y desmotivadas. Entonces, ¿por qué necesitamos un poco de desorden para mantenernos interesadas?
Explicar el concepto de equilibrio entre orden y desorden, se entiende siendo conscientes de cómo el orden nos brinda seguridad, pero a la vez también necesitamos una dosis de novedad y caos para evitar el aburrimiento. Me gustaría explorar estos conceptos desde una perspectiva puesta en la neuroquímica.

¿Reflexionamos juntas?

¿Por qué el orden nos tranquiliza?

El orden es lo que le permite a nuestra mente funcionar sin interrupciones, como un río que fluye suavemente. Cuando todo está en su lugar, nuestro cerebro recibe un mensaje claro: todo está bajo control. Vas a encontrar lo que buscas. Y ese control libera una serie de sustancias que nos hacen sentir bien. La dopamina, por ejemplo, nos recompensa cuando encontramos patrones (diría que por eso existen los conspiranoicos, entre otras cosas) o alcanzamos metas predecibles. La serotonina, por su parte, nos ayuda a mantenernos emocionalmente equilibrados cuando el entorno es estable y organizado.

Cuando voy a salir de casa y sé donde están todas las cosas con las que tengo que salir (móvil, llaves, cartera etc), lo pillo y me piro segura.

El caos nos estresa, pero también nos activa

Cuando las cosas no están en su lugar, nuestro cerebro entra en modo de alerta. El cortisol, la hormona del estrés, se dispara. De repente, el desorden se convierte en una amenaza, algo que no podemos controlar fácilmente, y empezamos a sentirnos ansiosos o desorganizados. Pero, paradójicamente, este caos puede también encender una chispa en nuestro cerebro que nos obliga a reaccionar y adaptarnos.

El desorden activa el cortisol, vamos. Este se libera cuando el cerebro percibe incertidumbre o una situación que no puede controlar. Tiene efectos interesantes como:

  • Aumentar la alerta y preparar al cuerpo para una respuesta rápida.
  • Elevar los niveles de ansiedad, ya que la mente siente que está bajo presión para resolver el desorden o lidiar con la falta de control (habría que verme cuando creo haber perdido el móvil)
  • Provocar una sensación de sobrecarga, lo que nos lleva a sentirnos desorganizadas internamente.

Cuando los niveles de cortisol permanecen altos por mucho tiempo debido a un entorno desordenado o caótico, experimentamos síntomas como fatiga mental, problemas para concentrarnos, irritabilidad, y a largo plazo, estrés crónico.

Junto con el cortisol, se libera adrenalina, que forma parte del sistema de lucha o huida.

Si el cerebro percibe el desorden como una amenaza, la adrenalina:

  • Aumenta el ritmo cardíaco y la presión sanguínea para preparar el cuerpo para actuar rápidamente.
  • Genera un estado de alerta extrema, lo que a corto plazo nos puede ayudar a resolver el problema (como cuando me doy cuenta de que estaba en mi bolsillo) pero también puede generar un estado de ansiedad o hiperreactividad (si no lo encuentro).

El desorden también afecta los niveles de serotonina, el neurotransmisor responsable de la regulación del estado de ánimo y la sensación de bienestar.

Cuando enfrentamos situaciones caóticas, los niveles de serotonina pueden disminuir, lo que lleva a:

  • Sentimientos de frustración.
  • Irritabilidad.
  • Desmotivación y, en casos prolongados, depresión.

Esta combinación de cortisol elevado, adrenalina y disminución de serotonina crea un cóctel neuroquímico que nos lleva a un estado emocional inestable, donde sentimos pérdida de control y ansiedad ante el desorden.

Cuando todo es predecible, nos aburrimos

Aunque el orden nos da tranquilidad, también puede convertirse en una prisión de aburrimiento. Cuando no hay nada nuevo que descubrir o desafíos que superar, el cerebro simplemente deja de liberar dopamina, la sustancia que nos impulsa a explorar, aprender y sentir satisfacción. Demasiada estabilidad puede matar nuestra motivación y hacernos sentir estancados.

La monotonía en la vida diaria (como tener una rutina que nunca cambia) disminuye la sensación de satisfacción.

El equilibrio entre orden y caos: lo mejor de dos mundos

El psicólogo Mihály Csíkszentmihályi (el nombre se las trae, el tutor de la Universidad pasaba de intentar pronunciarlo) introdujo el concepto de «flow» (muy conocido entre mis lectoras raperillas, un besito) siendo éste el estado mental óptimo en el que una persona está completamente inmersa en una actividad, sintiéndose comprometida y disfrutando del proceso. Según el que no puede ser pronunciado sin carcajada, para alcanzar este estado, es necesario que exista un equilibrio perfecto entre el desafío y nuestras habilidades.

  • Si la actividad es demasiado fácil (es decir, hay demasiado orden o previsibilidad), nos aburrimos y perdemos el interés.
  • Si la actividad es demasiado difícil (demasiado caos o desorden), nos sentimos abrumadas y frustradas, lo que también hace que desconectemos de la tarea.

El «flow» ocurre cuando enfrentamos un desafío que es lo suficientemente grande como para mantenernos comprometidas, pero no tan abrumador como para sobrecargarnos. Este estado permite trabajar al máximo nuestras capacidades.

El desorden controlado tiene un impacto positivo en varias áreas de nuestra vida, como la creatividad, el aprendizaje y nuestras relaciones interpersonales. Este «desorden» no se refiere a un caos total, sino a la incertidumbre y los desafíos inesperados que nos empujan a explorar nuevas soluciones, aprender cosas nuevas y enriquecer nuestras interacciones con los demás. Te pongo ejemplos en los que me he fijado recientemente para que veas cómo el temita del orden y el caos está en todas partes:

En el área de la creatividad: Salíamos del gimnasio y mi amiga, que se iba de viaje al día siguiente, ocupa el coche junto a otro amigo. Mientras conversábamos, ella mencionó que quería lavar los cordones de sus zapatos antes de viajar. Su plan era simple: meter todo el zapato en la lavadora. «¿No tienes una de esas bolsitas con agujeritos donde se mete la ropa interior?», le pregunté, pensando en una solución típica y ordenada. No la tenía, y ambas nos quedamos atascadas en esa opción, sin ver más allá de lo que conocíamos.

Estábamos atrapadas en una visión ordenada y en la fijación funcional de cómo eran las cosas: los cordones iban con los zapatos, y sin una bolsa especial, parecía no haber alternativa. Sin embargo, nuestro amigo rompió con esa visión limitada: «¿y por qué no los metes en un calcetín?», dijo. De repente, algo tan cotidiano como un calcetín se convertía en una solución simple que no habíamos considerado.

En la del aprendizaje: el aprendizaje no es lineal ni perfectamente ordenado, y los avances más significativos ocurren cuando algo no sale como se esperaba, lo que nos obliga a adaptarnos y desarrollar nuevas habilidades. Un ejemplo científico claro es el descubrimiento accidental de la penicilina por Alexander Fleming en 1928. Mientras estudiaba bacterias, su experimento se contaminó con un moho, pero en lugar de desecharlo, observó que este mataba las bacterias. Este desorden controlado llevó al desarrollo del primer antibiótico efectivo, mostrando cómo los desafíos imprevistos impulsan la creatividad y el progreso.

En la de las relaciones interpersonales: seguir con la misma rutina todos los días (las mismas conversaciones, las mismas actividades), han hecho que ciertas relaciones se me hayan vuelto aburridas y perdido su chispa. Introducir un poco de desordencomo sorpresas, salidas espontáneas o conversaciones inesperadas—¿podría haber mantenido esas relaciones vivas y emocionantes? (aix la búsqueda de novedad que puñetera a veces)

Por otra parte, para señalar algo más friendly, el desorden controlado puede surgir cuando aparece un desafío inesperado, como una mudanza o un problema imprevisto. Si bien estas situaciones generan estrés inicial, también promueven cooperacióncomunicación y el desarrollo de habilidades emocionales, ya que se trabaja juntos para adaptarse a la situación que se presente.

¿Más orden o más desorden? La clave está en el equilibrio

En definitiva, aunque a veces busquemos tenerlo todo bajo control, es importante recordar que un poco de caos puede ser justamente lo que necesitemos para mantenernos motivadas, curiosas y vivas. El orden da paz, pero el desorden nos empuja a crecer. Encontrar el equilibrio entre ambos puede ser clave para una vida más rica y satisfactoria.

Ahora te toca reflexionar a ti sobre tu vida: ¿Está demasiado ordenada? ¿O tal vez el desorden está generando más estrés que novedad?

Y ya para finalizar con lo expuesto, voy a terminar con esta simpática historia:

Dejé un mensaje para que lo grabaran en una placa que formaba parte de un regalo. Estuve trabajando en la confección del regalo, y lo revisé varias veces. Sin embargo, no me di cuenta de que había una errata en el mensaje grabado en la placa… hasta que las personas que lo recibieron lo leyeron en voz alta. Había pasado horas con esa placa en mis manos, y a pesar de eso, mi ceguera al cambio me impidió notar el error.

Al estar tan familiarizados con un objeto o tarea, el cerebro puede bloquear ciertos detalles que se salen de lo esperado, resultando en una ceguera al cambio que nos impide detectar errores evidentes, incluso cuando estamos constantemente expuestas a ellos. En este caso, el orden afectó porque al estar tan familiarizada con el mensaje que quería en la placa, mi cerebro esperaba ver lo que ya conocía y no buscaba errores. El proceso de revisión fue algo automático, ya que confiaba en que todo estaba en orden. Este exceso de confianza en la previsibilidad y el orden de la tarea hizo que no prestara atención a los detalles que no encajaban.

Sin embargo, el desorden (la errata inesperada) trajo una sorpresa que transformó la situación en algo memorable y gracioso. Lo que en un principio parecía una simple placa bien organizada y controlada, resultó ser una fuente de humor cuando quienes lo recibieron dijeron «NUSTRA AMIGA NORA». Este cambio inesperado rompió con el orden, y aunque fue un error, convirtió el regalo en una experiencia única, creando un momento divertido y un recuerdo que probablemente perdurará más que si todo hubiera salido según lo planeado.l

El desorden, al final, fue lo que le dio al momento su toque especial… el caos fomenta las interacciones sociales.
Pero las BUENAS interacciones sociales necesitan TAMBIÉN orden.

¡Salud, café y muchas filosofadas!

2 comentarios en «Orden y caos»

  • Cuando estás aburrido (ordenado) tienes más tiempo para pensar en cosas que no sueles pensar y, conocerte mejor a ti mismo. Tener la disciplina de hacer tus cosas de forma más ordenada, pienso que es mejor que vivir en el desorden. Lo malo de estar mucho tiempo aburrido en el tiempo? Que puede llevarte a hacer cosas que en realidad no quieres, de ahí la importancia del equilibrio. No hace falta ser meticulosamente ordenado, así podemos mantener nuestra mente ocupada y no sobre pensar.
    La mente es como un trastero, si tiras todos los trastos dentro, sin colocarlo todo un poco, cuando necesites encontrar X cosa vas a tardar mucho más tiempo que si te hubieses tomado la molestia de dejarlo en su estante
    (Sin la necesidad de colocar las cosas alfabéticamente) simplemente un poco de orden para poder fluir bien en el día a día

Responder a Jorge H. Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *