¿Hacemos una cafetera?
Esto me llevará un rato.

Es bien conocido, por todo el que piense más allá de lo meramente circunstancial, eso de que los problemas tienen sus fases y es muy terapéutico para mí ver los diferentes períodos que he pasado hasta llegar a mi aceptación.
Si no me has leído antes, te cuento que a los 15 años me atropelló un coche y quedé en coma no sé bien cuanto tiempo, si me has leído ya pues… ¡Te lo bebes y ya! El final te gustará.

Al despertar, gente que no me conocía de nada y mis amigos de entonces apoyaron a toda mi familia y desearon que me recuperase, pero al retomar la conciencia no tenía ni idea de quienes eran… os contaré lo que recuerdo de mi sueño estando en coma, lo raro que fue para mí encontrarme con la realidad, cómo estoy, cómo pienso y lo que de verdad, con un poco de pavor, quiero:
Los traumatismos craneoencefálicos que me acompañarán hasta que muera, me han provocado diferentes dificultades que a día de hoy padezco, pero que pueden pasar desapercibidas por el trabajo y esfuerzo que llevan detrás. Pero bien, empecemos por el principio, un 30 de Septiembre de 2012 (el artículo enlazado no es que sea de lo más correcto, pero estas eran las noticias que salían constantemente sobre mí) alguien (esto no es Sálvame, es mi desahogo) me atropelló y se dio a la fuga. Mi entonces mejor amiga (creo, tampoco es que lo recuerde) reclamó la atención de personas para que parasen y llamaran a la ambulancia. Supo reaccionar y se lo agradeceré toda mi vida, me contó que intentaron moverme (caí en el campo) y ella paró a dicho sujeto. Si no llega a hacerlo, podría tener más problemas de los que actualmente tengo :s
Una vez consiguen ingresarme en la UCI (aquí seguía sin enterarme de nada porque estoy prácticamente muerta), me conectan a un montón de cables y diferentes cacharros que hacen las funciones que no puedo hacer yo (funciones vitales varias, como comer, beber, respirar etc).
Todos fueron muy fuertes, yo tenía 15 años y una vida que no había vivido aún, pero que ya me tocaba luchar la batalla sobre si morir o vivir. Fue un tormento doloroso e inexpresable para los que más me quieren; una tristeza y angustia para los que me conocían; un revuelo entre los que simpatizaban con mis pares; un suplicio para quien no tenía nada que ver conmigo y un suculento chisme para una parte de la isla y todo el que tuviese relación con esa parte (…)

Bueno, me he desviado, me perdonarás.
Es difícil contarlo sin amor y cierta repulsión hacia el postureo y las injusticias. Prosigamos: estando en coma soñé un montón de cosas (nada místico, supongo que serían delirios provocados por la medicación que me suministrarían) y que en ese momento pasaron a ser mi realidad:
Situación “real”: Estaba en la cárcel por haber acabado con mi hermano pequeño tras cortarme el pelo, y en la cárcel me había roto el pie jugando a basquet, así que no podía moverme. Personajes: Yo sin querer hablar con nadie porque pensaba que a mi familia se le había ido la olla, en la cárcel también había un tal Gonzalo y una cucaracha que me ayudó a huir.

Resumen (contado en 3ª persona): Noynohedicho está inmóvil frente a sus visitantes (toda su familia menos su hermano pequeño, que tenía 12 años y no podía entrar a la UCI, motivo por el cual pensaba que le había tenido que pasar algo) y una cucaracha le enseñó una forma de huir de la cárcel (rollo Alcatraz). Apareció en el desierto, en un poblado en guerra, por lo que se escondió en un ataúd que tiraron al mar. Después de flotar un tiempo, abrieron la caja y apareció en el Supermercado Sisí del barrio en el que viven sus abuelos (Ese Supermercado resultó ser en realidad la UCI).
En la policlínica Nuestra Sñra del Rosario, mientras yo vivía esta flagrante aventura, la peña estaba fuera compadeciéndose de mí y la tensión del ambiente podía cortarse con un cuchillo.

Al despertar no entendía nada: ¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy? ¿Por qué hay gente con batas blancas? ¿Mario (mi hermano pequeño)? ¿Qué hacéis todos aquí? Si soy sincera, creo que me dijeron la verdad sin anestesia, pero tampoco lo recuerdo bien.
Recuerdo que había muchas fotos de antiguos compañeros y amigos colgadas en la habitación donde estaría hasta irme a la Guttmann de Badalona. También recuerdo que pude ver a mis amigos cercanos cuando estaba en silla de ruedas y mi familia no me dejó sola ni un segundo (gracias, gracias…).
Ví que estaban felices de verme, pero apenas podía hablar, al tener varios traumatismos craneoencefálicos graves el habla estaba prácticamente anulada. Aunque yo creía que decía muchas cosas…
En fin, sigo con mi aventura como paciente, quitando la emocionalidad de mi discurso para poder contar lo que viví:
para llegar a Badalona tenía que salir del hospital, me montaron en la ambulancia, era de noche, si mi memoria no me engaña.
Fui en avión y me recogió una ambulancia, lo recuerdo agradable.

No fue tan agradable cuando llegué al hospital y al poco tiempo me metieron en una máquina que hacía ruidos estrambóticos para ver cómo estaba mi coco.
Qué horror de experiencia, además, me lo hicieron varias veces a lo largo de mi estancia. También recuerdo ir con una Logopeda que me enseñaba a hablar, haciéndome imaginar cosas, tuve que tragar un líquido asqueroso, supongo que para ver qué recorrido hacía dentro de mí, más pruebas, más tests, más preguntas… hacía rehabilitación todos los días y conocí a cuatro chicas excepcionales.

Primero a Ana Mari, una señora a la que visité más tarde en su pueblo porque logró sacarme una sonrisa cada día, me regaló una pulsera que estará siempre conmigo y espero volver a verla, siempre tan feliz que parecía que no le había pasado nada. Después a Maricel, una joven alocada andorrana, ella también fue otro gran apoyo para mí, sin darme cuenta de lo importante que fue hasta que han pasado unos cuantos años.
A Eva y Cristina las conocí porque eran amigas de Maricel, Cristina era su compañera de habitación y Eva pululaba por donde hacía rehabilitación, era un encanto de persona y me encantaría volver a contactar con ella.
Por otra parte, conocí a Ferrán, un atleta profesional formado con deportistas de alto rendimiento, a él también le conocí por Maricel, pero el porqué se queda guardado en el Hospital jaja. Hace unos años lo visité por Barcelona y me encantaría volver a hacerlo.
Pero, eso fue lo bueno.

Lo malo es que utilizaba las RRSS, preguntaba a las personas que me conocían sobre cómo era yo porque no me acordaba, veía fotos de quien era y me veía en el espejo, no lo entendía. Tal fue mi disonancia que me metí en un charco de barro del que no sabía salir, me quería morir, no iba a ser la misma, no iba a poder andar, mucho menos correr o jugar a baloncesto, no sabía ni utilizar el lado derecho de mi cuerpo, veía doble, tenía pesadillas, nadie podía entenderme, nadie podía escucharme (porque no sabía expresarme)
Creía que la gente no era inocente, supongo que era normal, me acababan de atropellar y se habían dado a la fuga.

Tenía tal frustración que ideé como me suicidaría si las cosas eran irreversibles…

Pero toda vorágine de malos pensamientos daban igual, tenía que estar bien porque mi familia estaba conmigo y mis amigos venían a verme: Laura, Bea, Aisha, Adam, Raul, Éric, Diego…
en fin, que no podía estar mal y mucho menos desaparecer después de tanto sufrimiento causado.
No, no, no.
Así que empecé a sentirme culpable por haber pensado en esas cosas…

El caso es que en los hospitales pasé mi adolescencia, un período crítico para el desarrollo de la vida, así que aprendí cosas tan esenciales como sonreír aunque todo parezca ir mal (había un hombre que siempre venía contento a rehabilitación y le faltaba medio cráneo, sin exagerar), conocer personas aunque parezcan que no tenéis nada en común (lo aprendí gracias a mis compañeras) y que trabajar cada día tiene sus resultados (lo aprendí gracias a la observación y experimentación).

Cuando salí de aquél hospital, volví a Ibiza y continué con la rehabilitación, me recogían con la ambulancia en casa todos los días y hacía rehabilitación con Sabrina Dengra Marí

una fisioterapeuta a la que no le beso los pies porque no creo que sea de buen gusto ni para ella ni para mí.
Gracias a su profesionalidad e implicación y mi voluntad principalmente, di mis primeros pasos hacia un camino que no sé bien donde acabará pero que no frenará.
Después entrené y sigo haciéndolo con el crack de Christian Márquez en un gimnasio de Ibiza, después de tantos años, siento que me entrena un amigo. Un amigo profesional como un piano, eso sí, estoy segura de que sin él y sin Sabrina mi recuperación física no habría sido tan buena:

Mientras tanto, lo que viene a ser mi vida social no dejaba de girar… volví con un ex porque era al único que recordaba y pensaba que quería, me puso los cuernos con una chica que se suponía que era su mejor amiga y después ésta se lió con el chico que olvidé y posteriormente recordé estar liada con él antes del accidente.

Vaya, un pifostio como una catedral, al ser una isla tan pequeña sucede eso de que te pasa una jodienda y esa jodienda se enlaza con otra cosa que consideras molesta fácilmente.

Más tarde empecé a verle pegas a todo y a pensar que no tenía amigos porque las cosas habían cambiado mucho, no me podía fiar ni de a quien escuchaba lamentarse de su vida (mi ex), creía que mi mejor amiga ocultaba malas intenciones (puede que fuera un pensamiento injusto) y empecé a tener sentimientos de rechazo, en general.
Hacía nuevos amigos y me querían rápidamente, o eso mostraban, cosa que me hizo desconfiar (con mis antecedentes, es normal). Así que eso me llevó a juntarme con malas compañías que posteriormente me dejaron más traumas y me sumí en una espiral de desconfianza que no sabía frenar (Otra movida de personas con trastornos craneoencefálicos es que no se nos da bien ni inhibir emociones, ni pensamientos)

Más tarde, a través de esos amigos que parecían quererme (y dudo que no lo hicieran), conocí a otro chico que me trajo otras comidas de cabeza. Al poco tiempo, durante el confinamiento, estuve emocionalmente implicada con alguien al que quiero mucho pero que no era feliz y por fin tomé la decisión de escucharme, tenía que parar.

Pasó otro tiempo en el que estuve estudiando mucho, conociendo a personas de las que soy consciente que son amigos míos y estoy implicada emocionalmente con un chico que siento que me complementa al 60% y el otro 40% lo va construyendo cada día con una sorpresa diferente, ya sea con una argucia intelectual de las suyas, una conversación interesante, unos mimitos constantes, una comida diferente, un anime nuevo, una sorpresa o una sabiduría de la que no me suelo encontrar…

Bien, contada parte de mi vida emocional a las 4:30 de la mañana que escribo esto, continuo con los pensamientos (aunque pensamiento y emoción no se puedan separar): pensaba que vivía la vida como desde fuera, sin vivirla realmente. Una sucesión de cosas que pasan igual que pueden pasar otras, sin más. Una apreciada amiga me llamaba nihilista, pero simplemente puede que sea otro síntoma del trastorno de estrés postraumático, y bueno, esto es una parte de quien soy y que me negaba a ver como consecuencia de un problema que jamás ha dependido de mí tanto como ahora, ya que por fin he aceptado (después de estudiar años de psicología porque te recuerdo que soy una desconfiada) y he aceptado que tengo que dejarme ayudar para poder sentirme orgullosa de la cantidad de cosas que hago con todo lo que he pasado ya (y que me queda por pasar).
Historias como esta sé que hay miles, pero hoy te voy a poner el ejemplo de mi amiga Nashira: @conociendolaendo ya que me ha motivado a través de su fuerza a no olvidarme de la mía (En la siguiente publicación hablaré de su resiliencia),
ahora os dejo un súper video de mi tocaya de México, que me he quedado flipada al encontrar a alguien con mi nombre cantando que encima es mariachi 😀
Como conclusión añado que si quieres hacer algo en la vida, te esfuerces hasta que no te queden fuerzas y no te olvides de pedir ayuda, el proceso es mejor si te guían expertos ¡A la vista está!
¡Espero que ese café te active para empezar a ser y confiar!
¡Buenos días, tardes o noches! Feliz semana 😀
Nora, poco se me ocurre decir… a parte de pedirte disculpas por la tardanza en comentar.
Gracias por compartir tu caso. Siempre me despertó interés y te hubiera hecho mil preguntas. Da por supuesto que me será imposible imaginar la cantidad de matices que hacen que tu experiencia sea cómo ha sido; pero me gusta tratar de ponerme en tu lugar y gracias a tu honestidad, de alguna manera siento que lo hice.
Y claro, ¿cómo no vas a desconfiar? Lo primero compartes una historia con la gente que te rodea que no recuerdas. Caminas con ellos, pero estás desorientada, porque parte del trayecto lo pasaste dormida. De modo que lo único que te anima a seguirles es “confiar a ciegas”. Y claro… cada cual trae sus traumas y demonios y confiar ciegamente en personas que también están perdidas, es un problema!!
Es complejo porque pocas veces se conoce a alguien a quien le haya pasado lo que a ti. Y digo complejo porque no encontrar a alguien que haya pasado por lo que tú, puede hacerte sentir, imagino, algo “incomprendida” o sola? Te pregunto.
Creo que este escrito es la solapa del libro: no sé porqué tengo tantas preguntas. Porque está claro… de alguna manera aquel accidente supuso el fin y el principio de una nueva vida. Y eso te brindó la oportunidad de mirar al mundo con la curiosidad de un niño, y eso es diría yo… lo más importante que tenemos y que nunca deberíamos perder.
Tú te llamas como te puso tu madre, pero deberías de rebautizarte cómo te salga del coño; porque te estás haciendo a ti misma y tienes que seguir trepando por ese tallo, porque es lo que realmente termina la confianza, no la capacidad de recordar bien de donde venimos y a donde íbamos.
Ahondar, filosofear preguntar e indagar es lo que nos puede llevar a tierra firme.
Seguir mapeos y a personas que no buscan la verdad, no lleva a otro lugar que a perderse con ellos…
Sí, es un problema. Y ciertamente así ha sido: he confiado «ciegamente en personas que ya tenían un pasado» obviamente, es normal que saliera regulín si esperaba algo de ellos porque he pedido peras al olmo, pero no espero gran cosa de nadie porque soy una desconfiada con respecto a lo que alguien que no sea yo pueda llegar a ofrecerme. Diría que es uno de los motivos por los que me he visto, por una parte, a compartir con todos lo que soy, de donde vengo y donde pretendo ir.
Y por supuesto, la mayor parte del tiempo me siento sola e incomprendida, aunque tengo mucha gente muy buena cerca de mí. Esos pensamientos son mayormente intrusivos y supongo que derivados de mis trastornos craneoencefálicos, porque si evalúo objetivamente no es cierto. Eso me crea una confusión horrible en la que no sé hasta qué punto soy de una forma determinada o soy a consecuencia de un determinado momento, no sé si me explico…
Por lo que sigue, he decir que estoy completamente de acuerdo y que por suerte, el nombre que me puso mi madre me encanta. De hecho, ahora que estoy terminando la carrera de Psicología, voy a ir con una psicóloga para construirme como mejor pueda. Ya que durante todo este tiempo he creído no necesitarlo después de algo tan heavy como es tener un accidente donde casi pierdo la vida… en fin, la prepotencia de la adolescencia que me ha traído hasta aquí ^^
Un abrazo
Buenas tardes,
Tú relato me ha dejado noqueado, no sé qué decir o añadir.
Me has llegado a emocionar.
Creo que has sido muy valiente en contarlo, aún más en tener la voluntad y determinación por superar las adversidades y en mejorar día a día.
Sí alguna vez necesitas hablar con alguien, ya sabes dónde encontrarme.
Un saludo y nunca te rindas.
Buenas noches,
la voluntad no habría servido de tanto sin la ayuda de mi familia y amigos, un adecuado soporte educativo que ha favorecido mi adaptación social, mi elevada autoestima, un CI normal y la supervisión coherente de personas a las que les importo. A parte, claro, de la accesibilidad de los servicios asistenciales específicos en un momento tan vulnerable.
Gracias por tu ofrecimiento, estoy casi segura de que mantendremos conversaciones interesantes.
Hasta que muera, dudo que me rinda en lo que me proponga.
¡Otro saludo!