Admito que hice una reseña sobre el libro de Tus Microtraumas de Rosa Molina y no le di mucho bombo porque no me gustó, pero está aquí (pincha enlace). La escribí mientras preparaba la defensa oral del Trabajo de Fin de Grado de la carrera de Psicología (olé olé) y estaba hasta el chumino. Por tanto, voy a escribir otra que me guste más, pero sólo de la primera parte. La próxima entrada será una reseña del libro Autoestima Punk de Victor Amat, para después hacer reseña de la segunda parte del libro de Rosa. El porqué será así lo descubrirás cuando ocurra.
Chan chan channnn… Al lío, que me lío.
Este año he tenido el ánimo para leer bastante porque he tenido menos asignaturas y por ende, más energía, así que el 1 de junio se me encendió la bombillita de hacer reseñas sobre lo leído para poder transmitir lo adquirido y dejar de acumular sin elaborar (pincha enlace) ¿Te importa muchísimo eh? jaja, bueno, aquí el contenido pasado por mis sesgos majísimos:
Lo que será este post:
- Crítica después de leerlo
- Resumen grosso modo de la obra (comparo el proceso del trauma con la formación de un portaaviones)
- Valoración literaria (está en el otro post, si te interesa, pínchalo en la primera indicación de pinchar)
- Tratar de transmitir lo que me ha generado la lectura.

Después de leer este libro he sentido que todo lo que he estudiado en la carrera ha cobrado sentido ya que se centra en la identificación y curación de las heridas emocionales a través de explicaciones científicas y aplicables sin mierdas extrañas que, aunque sean pequeñas y aparentemente insignificantes, tienen un impacto considerable en nuestra vida cotidiana y en nuestras relaciones. Se publicó a finales de 2023, por lo que hay que enmarcarlo en esta época de creciente atención a la salud mental y a la neurociencia. Influenciado por eventos que todas hemos vivido y de los que podemos apreciar las consecuencias:
- La pandemia de la covid-19
- La recesión económica
- El clima político
- La conciencia social de las movidas gracias a internet
- Los avances en neurociencia

Lo que me lleva a mencionar el libro de “Malestamos: Cuando estar mal es un problema colectivo” que aborda los dilemas mencionados desde la colectividad, haciendo hincapié en cómo las condiciones sociales y económicas influyen en el bienestar mental. Bajo el prisma de que la falta de oportunidades y la desigualdad vuelven más chungos los problemas de salud mental criticando así la tendencia a medicalizar y patologizar el malestar. Seguido de la sugerencia sobre la urgencia de considerar soluciones tanto sociales como políticas. Señalando el enfoque individualista de rendimiento y presión constante como contribuyentes estrella al malestar palpable en tos laos. Terminando con la propuesta de cambios en el ámbito laboral, de libertad de expresión, cuidados familiares y desarrollo democrático entre otros.

Ambos libros se conectan en su enfoque sobre cómo las experiencias pasadas y las condiciones actuales de la sociedad afectan en la salud. Rosa Molina se centra en los microtraumas y su impacto a nivel individual, mientras que Carmona y Padilla amplían la perspectiva para incluir los factores sociales y colectivos que perpetúan el malestar. Por lo que subrayo la necesidad de un enfoque holístico que considere tanto las movidas individuales como las estructuras sociales que influyan en el bienestar. La comprensión integrada será crucial para desarrollar estrategias de intervención más efectivas y sostenibles para la sociedad.

¿Por qué mierdas no se utiliza la evidencia científica en la política? me pregunto siempre.
Y me respondo con la complejidad del ser humano…
Por lo que volvemos al libro:

En la primera parte del libro se señalan las piezas necesarias para reconstruir el trauma. Aprendiendo lo que es, las características que tiene y sus implicaciones a nivel relacional explicando que nuestras huellas del pasado moldean nuestras relaciones del presente haciéndonos entender que la cosa no es tanto buscar culpables como comprender para avanzar. Algo similar a lo que hicieron los chinos con los portaaviones que les llegaban, desmontarlos para ver cómo funcionaban y volverlos a montar para ver si furulaban y así hacer los suyos (pincha aquí)
Siguiendo con la idea de los portaaviones, vamos a pensar en los traumas como la construcción de uno (el proceso que conlleva):

Para empezar, durante la infancia tenemos nuestras experiencias iniciales con la vida y el entorno (más o menos chungo que nos haya tocado) que establecen la base de cómo se desarrollará nuestra psique. En un portaaviones sería como diseñar los planos pa montarlo.
En éstos primeros años nos desarrollamos en el plano emocional y psicológico, por lo que la relación establecida con los que nos cuidan es crucial. En un portaaviones sería como colocar las piezas esenciales para la estabilidad e integridad del barco.

Las experiencias significativas (positivas o negativas) durante la infancia y la adolescencia serán los componentes críticos que afectarán a nuestro desarrollo de habilidades emocionales y de afrontamiento. En el portaaviones sería hacer encajar los componentes que deban encajar para que funcione el cacharro.

Ya en la adolescencia tardía y la adultez temprana nos toca lidiar con movidas y enfrentarlos con las herramientas adquiridas (suelen ser insuficientes) y la resiliencia desarrollada (que ya podemos observar que con la vida entre algodones poquita vamos a tener). Pero lo guay es que podemos hacer ajustes como incluir terapias y otros mecanismos de apoyo para no estar en la mierda y verlo todo así. En un portaaviones sería hacer pruebas en el puerto y en el mar para asegurarnos de que todo OK y hacer los ajustes que sean necesarios.
Luego ya entenderíamos que nuestros traumas y bienestar mental requieren mantenimiento constante, como terapia continua, autocuidado y desarrollar nuevas estrategias de afrontamiento según el contexto en el que nos encontremos y las movidas del momento. En un portaaviones sería el mantenimiento constante para que no haya problemitas mayores.

Después de esta comparación tan maja inspirada por Fonseca, cabe mencionar que en ambos procesos, el del trauma y la construcción de un portaaviones, se destaca la importancia de una base sólida y la intervención temprana, así como la necesidad de ajustar y hacer mantenimiento a lo largo del tiempo para asegurar la funcionalidad y bienestar a largo plazo. Así que ya sabes, haz como los chinos con los portaaviones extranjeros y escucha cómo las otras personas lidian con sus traumas después de leer la primera parte de este libro. Puede que así también aprendamos a desmontar y montar los nuestros transformándolos con los aprendizajes del presente. Lo que nos permitiría contar otro proceso sobre nuestro trauma, concretando información, ya que irremediablemente y como señala Rosa: “somos el resultado del relato que nos contamos”. Así que intenta no engañarte demasiado para que las evidencias de la vida real no te digan lo contrario y ten cuidado con lo que te rodea porque son potenciales generadores de microtraumas que te pueden joder la marrana.

Siguiendo con los mantenedores de trauma, activa la alerta roja en los grupos que formes parte sólo si incrementas tu sensación de pertenencia identificándote con el rol de víctima. Dejaré unas preguntas útiles estos días para reflexionar si formas parte de alguno en la cuenta de instagram. Pero vamos con el tema que más me mola:

El tema que más me gusta es la mención a las sustancias químicas que permiten la transmisión de señales entre las neuronas que están concentradas y esparcidas por todo el cuerpo dividiéndolas en dos categorías principales. Sustancias excitadoras e inhibidoras. Entre el vaivén que se forma en nuestro interior, podemos encontrar las siguientes respuestas: estrés y respuesta de lucha o huida, relajación y sueño, motivación y placer, memoria y aprendizaje, dolor y alivio del dolor, activación y desempeño cognitivo. Pero es que luego además tenemos que entender que la segregación de neurotransmisores (las sustancias químicas) está finamente regulada y depende del contexto fisiológico y emocional de cada persona. Los neurotransmisores excitadores generalmente aumentan la actividad neuronal y están involucrados en la alerta, la respuesta al estrés y la motivación. Por otro lado, los neurotransmisores inhibidores reducen la actividad neuronal y son cruciales para la relajación, el control del dolor y la regulación del sueño. Este equilibrio entre excitación e inhibición es esencial para el funcionamiento saludable, pero se puede desregular por cualquier mierda que el cerebro interprete en el momento en el que se encuentre.
Pa entenderlo y finalizar con algo más majo, lo imagino así:

El cerebro sería un portaaviones que tiene dos tipos de aviones: los Aviones Excitadores y los Aviones Inhibidores. Los primeros despegan cuando hay una emergencia, como si tu jefe grita que hay que terminar un proyecto ya. Esto activa tu «modo alerta» para que puedas lidiar con el estrés. Y los segundos despegan cuando necesitas descansar y relajarte, como después de un día largo de trabajo. Estos aviones nos ayudan a calmarnos y dormir bien. La torre de Control decide cuántos aviones de cada tipo despegan según la situación. Por ejemplo:
- Estrés: Muchos aviones excitadores.
- Relajación: Muchos aviones inhibidores.
De repente coge una paloma y se mete en la antena del radar del portaaviones, desorientando a la torre de control. Esta paloma representa un evento traumático que puede desencadenar una reacción desproporcionada.
Una experiencia aparentemente pequeña, como una discusión con un amigo, puede actuar como la paloma en el radar. Y ésto puede confundir la torre de control mandando aviones excitadores como si fuera una emergencia mayor, causando un estado de estrés y ansiedad excesivas.
Y ya con esto, finalizaría el comentario de lo que me ha hecho visualizar la primera parte del libro.
Teniendo en cuenta que en el cerebro, cualquier evento inesperado o perturbador puede ser un disparador de trauma que desrregule el equilibrio entre neurotransmisores. Esto puede hacer que reaccionemos de manera intensa y desproporcionada, como el portaaviones que envía los aviones incorrectos debido a la paloma en el radar.

Así que todo esto, podemos resumirlo así:
