La honestidad de mis palabras encuentra su esencia en la búsqueda de la construcción para hacernos sentir bien a ambas. Presto atención para ver y que me vean. Me he alejado de toda persona que no me dejaba decidir cómo me sentía y automáticamente me hacía sentir mal por decir lo que no querían oír. Y ellas de mí, por sus motivos. Construir y destruir son verbos que me hacen sentir de verdad porque la acción que los impulsa siempre es honesta, de alguna manera. Encontrar esta idea en lo más recóndito de mi inconsciente me impulsó el planteamiento, antes ignorado por mi c*ñ* moreno, de que ser honesta no significa decir todo sin filtro. Sino elegir cómo y cuándo hablar con autenticidad y compasión. Por eso honestidad va de la mano del respeto, aunque esté molesta o dolida.
Y como no puedo ser perfecta (me río yo de quien dice no tengo que ser perfectx…¡cómo si tuviera la capacidad!), necesito estar presente, renovando mi compromiso con la verdad, el respeto y la compasión. Por eso elijo hablar con honestidad sabiendo lo que quiero y respetando tanto lo que sé como lo que sabe el resto, parándome a entender que no todo el mundo va en búsqueda de la verdad aunque forme parte de la única especie dotada de este cerebro maravilloso que nos ha dado la evolución de miles y miles de años para seguir desarrollándonos.
Entender que decir lo que pienso y como lo pienso cuando toca es un acto de valentía y coherencia con lo que soy y lo que creo. Practicarla no significa simplemente que tengamos que ser transparentes con las palabras, sino también ser fieles a nuestros valores y principios (por ej: muchas personas preferimos cultivar la templanza antes que discutir con alguien que intuimos que nos sacará de nuestras casillas y no llegaremos a ningún punto en común).
Para ser honestas hemos de mostrarnos tal como somos, tomar el control de nuestra vida y actuar desde lo que consideramos correcto, aunque eso implique incomodidad o riesgos. Este tipo de honestidad me ha permitido generar vínculos profundos y auténticos a lo largo de mi vida. Las personas honestas crean un espacio donde los demás también nos sentimos seguros de ser nosotras mismas. Donde no he podido encontrar esto, me he marchado. También cuando me daba cuenta de que yo no podía ser coherente. Cosa que dificulta la integridad y el respeto de todo quisqui. Así se entiende que a través de manifestaciones arrogantes, de incomprensión y críticas no hay respeto. O lo que sería más fácil de entender: hay respeto cuando existe amabilidad, empatía y aceptación.
Cultivar la semilla del respeto es fundamental para que florezca un mundo más compasivo, justo y amoroso. Dejemos que salga todo lo bueno que tenemos que aportar. Apartémonos de donde no podamos bailar cómodas. El miedo viene de la mente condicionada del recuerdo de alguna situación que te generó malestar. Igual era solo que habías comido mucho y asociaste el malestar gástrico a alguna situación que has generalizado a momentos de tu presente y entonces… ¡aprendiste! aprendemos muchas mierdas que nos hacen pequeñitas porque si nos mostramos nos señalan.
Pero que nos hagan pequeñitas también es violencia, amigas/amigos, parejas, familiares, compañeros/compañeras…. así que reflexionando sobre la identidad y la autenticidad, me he dado de bruces con mis propios prejuicios y he entendido que no tiene sentido emitir ningún juicio por alguien que no conozco de nada porque llame mucho la atención con lo que presupongo que son cosas superficiales.
Es necesario recordar la Frase de Carl Jung de vez en cuando: “Conozca todas las teorías, domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea apenas otra alma humana”
Vuelvo a lo de siempre: si yo tengo algún problema, también tengo la solución que lo resuelve porque yo soy la creadora del mismo. No nombro lo que no veo, construyo mis ideas a medida que divago y las gesto cuando las verbalizo. Las paro cuando tomo acción. Por eso la palabras importan, determinan el abanico de posibilidades de nuestra realidad.
¿Lo más importante es la acción? si entendemos importancia como lo que se ve, puede ser, pero habremos de admitir que la palabra es la antesala de la misma.
Me gustaría poder ceñirme a un guión y decirte qué va en la siguiente publicación ¡pero no puedo! así que te comento lo que tengo en mente últimamente:
– La interrelación de todos los saberes
– El lenguaje y el cerebro
– La digitalización
– El arte de Klimt
– Psicometría
– Heidegger
– Nazareth Castellanos
– La meditación
– El deporte
– El deseo
– Las conexiones humanas
– Las emociones primarias
– El humor…
En fin, divagando entre estas cosas ha salido lo que has leído. A ver qué será lo próximo y espero leerte a ti también.
Aprender juntas y ver qué acción sale después 🙂
¡Salud, café y muchas filosofadas!