¿Quién decide lo que es justo cuando todas las interpretaciones son subjetivas dentro de las relaciones interpersonales? sabes que las personas somos diferentes, pese a hacer cosas parecidas, Karol G también se tira pedos, pero eres diferente a ella. Lo que me lleva a divagar (de hecho esta divagación surge de no querer hacer ejercicios de estadística, lo que una hace con tal de no hacer cosas que le suponen atención sostenida…) sobre los orígenes de lo que llamamos justicia y su mantenimiento a lo largo de los siglos.
Desde el 25 de noviembre llevo dándole vueltas a un fatídico asesinato a manos de un ser de 17 años a una adolescente de 15. Con este tipo de sucesos suele venirme a la mente la guillotina, pero luego recuerdo mi fe en la rehabilitación y logro que mi pensamiento se vuelva más atentamente neutro para ser capaz de pensar en ese término abstracto y complejo que es la justicia como mecanismo para mantener el equilibrio social, proteger los derechos y libertades, así como promover la equidad y evitar abusos. Es la herramienta más valiosa desarrollada por las sociedades para garantizar la convivencia y no dejarnos llevar por el caos o la fuerza bruta. Esto, así grosso modo, explicaría la necesidad de su mantenimiento.

¿Pero quién lo decide? gobiernos y sistemas legales que crean leyes basados en principios éticos, morales y sociales que representan los valores predominantes dentro de una sociedad ¿Qué valores son esos? pues los que están influenciados por las tradiciones y las creencias dentro de una sociedad. Por eso lo que es justo en una sociedad puede no serlo en otra. Por otra parte, la sociedad está dividida por estratos económicos, a su vez, dentro de éstos también existe división entre “iguales”. Motivo por el cual, resumo que todas somos diferentes, aunque algunas tienen acceso a más recursos que otras. ¿Quién tiene poder de decisión? los que tienen más recursos e influencia (primeramente) y las personas que interpretan y aplican las normas para determinar lo que sería justo en decisiones concretas. Jueces, juezas, legisladores y legisladoras… todas las personas mencionadas influidas también por las creencias arrastradas, pero con métodos que permiten una aproximación hacia lo que debe ser una interpretación más ¿objetiva?
¿Qué papel tiene el consenso social? ¿la psicología de masas? aunque no siempre sea explícito, las sociedades construimos ideas colectivas de justicia basada en acuerdos sociales. A menudo, esas «ideas colectivas» sobre justicia refuerzan narrativas patriarcales, capacitistas y racistas. Por ejemplo, las leyes que castigan el aborto penalizan principalmente a mujeres en situaciones de vulnerabilidad, ignorando sus derechos fundamentales.
Pero ya existen unas normas claras y bien codificadas para establecer criterios objetivos que son analizados por procedimientos formales a través de medidores supuestamente imparciales… ya que, repito, siguen siendo interpretados por humanos en un contexto. La injusticia no siempre es el resultado de intenciones maliciosas. A menudo, es el producto de prejuicios internalizados, desigualdades estructurales y dinámicas sociales que perpetúan el daño hacia ciertos grupos. Existen colectivos de mujeres racializadas que enfrentan formas específicas de injusticia, combinando racismo y sexismo, como es el caso de las trabajadoras del hogar. También existen colectivos de personas con discapacidad a los que se les trata como incapaces de participar activamente en decisiones legales o sociales que perpetúan su exclusión. O colectivos, como el mío, a los que su discapacidad es hasta cuestionada porque no es evidente a simple vista. No veas lo que molesta que gente a la que quieres y respetas te enjuice como si no conociera de tu condición. Y si lo hacen cercanos a ti, es normal caer en el sesgo de generalización. Es más, la falta de adaptaciones para mujeres en casos de violencia de género limita el acceso a la justicia.
¿Qué podemos hacer para abordar estas dinámicas? parece necesario educar en igualdad de género, etnia y diversidad funcional, poder garantizar sistemas que no perpetúen exclusiones… ¿pero cómo?
Pues yo no lo sé, pero no me cansaré de intentar encontrarlo. Así que bueno, aquí estamos todas. En un constante equilibrio entre lo emocional y lo racional, entre creencias profundas y decisiones que nos parecen prácticas. Conceptos como la justicia, la subjetividad de cada quien, el sistema en el que vivimos y la diversidad cultural ¡No son solo ideas abstractas! son experiencias que nuestro cuerpo procesa, interpreta y siente. Desde la percepción de lo justo hasta la manera en que construimos sistemas que respeten las creencias y culturas de los demás.

¿Y qué pasa cuando suceden injusticias con las que no se hace justicia? pues que nuestra querida o enemiga mente es capaz de dar respuestas que reflejan nuestra necesidad de dar sentido al mundo para protegernos emocionalmente y, en algunos casos, buscar soluciones o culpables.
Me voy a centrar en el pensamiento mágico como algo más que una mera superstición, ya que ha sido clave para la evolución humana ayudándonos a encontrar sentido en lo incierto y dándonos consuelo en momentos jodidos. ¡El cerebro busca patrones aunque no existan! éstos activan circuitos de recompensa que refuerzan creencias no comprobadas y nuestra red por defecto, responsable de la introspección e imaginación, fomenta la creación de narrativas mágicas que nos conectan con lo trascendental.
A veces práctico, a veces no. Pero lo que sí está claro es que tiene que ser respetado y canalizado para movilizarnos hacia una justicia basada en el “vive y deja vivir”.
Nuestra emoción y nuestra lógica hacen que la justicia sea una experiencia interna. Pero antes es externa, hay que aprenderla, así que empieza a vigilar lo que consumes. La satisfacción que nos produce ver actos justos activa los sistemas de recompensa cerebral, lo que refuerza nuestra motivación para luchar por un mundo más equitativo. En la actualidad, el sistema capitalista en el que vivimos, tiene que compensar los daños psicológicos, físicos etc con dinero. ¿Es esto suficiente? la corteza prefrontal dorsolateral evalúa costos y beneficios, mientras que regiones asociadas con la empatía fomentan comportamientos prosociales y no, el dinero no es suficiente cuando existe un dolor emocional. ¡Somos animales biopsicosociales!
Nuestro cerebro necesita tiempo y espacio para “soportar” las injusticias. Tenemos la supercapacidad de hacerlo cambiar a través de la exposición a nuevas experiencias, fomentando la cultura y la curiosidad. Está en nuestro poder construir un puente entre lo intangible y lo tangible. Tendemos a generar respuestas automáticas de miedo ante lo desconocido, pero como decía, se puede modular y esto puede hacernos entender a TODAS LAS PERSONAS que tenemos que respetar los derechos fundamentales de TODAS LAS PERSONAS.

Sin embargo, aunque me parezca un ideal por el que luchar, en la realidad sigue habiendo casos donde anhelo el uso de la guillotina.

Como sé que si llegara a ser viable esta idea que propongo, lo sería dentro de muchísimo tiempo y probablemente no llegara a disfrutarlo, lo visualizo a través de este dibujo (no es mío, es de @diegotttoro, hecho hace unos 4 años) donde la figura central representaría a la humanidad buscando justicia y equilibrio, mientras los colores y las burbujas reflejan cómo diferentes fuerzas culturales y espirituales interactúan para alcanzar este ideal. A su vez, sugiriendo que las creencias en lo intangible (pensamiento mágico) pueden motivar acciones y guiar a las personas en búsqueda de propósito o justicia global.
La presencia de los camellos en la base vendría a sugerir que el comercio y la economía son herramientas importantes, pero necesita estar alineadas con valores superiores, como el respeto por la diversidad cultural y el medio ambiente, para así evitar convertirse en cadenas.
Ya ves, el capitalismo como base, pero no como fin.
Lo que sí que tiene fin es esta entrada,
ale
¡A seguir!
Salud, café y muchas filosofadas 🙂