Hoy subo la entrada en honor al último domingo del año 2024. Para los próximos domingos de 2025 tengo ideas u ocurrencias difusas que darán material para emplear y que espero que cumpla el propósito de hacer que divaguemos juntas y nos cuidemos. Circunstancias que me empujan de cabeza a eludir la vida real con mejor o peor acierto mediante la importancia que le doy, y deberíamos darle en general, al juego.

Deja que te intente convencer y luego dejo que te expongas tú con tus juicios sobre cómo ves las cosas ¿trato? es broma. Yo no hago tratos, pero sí trucos. 

Bueno, humor juguetón a parte, te cuento la importancia del juego en el lenguaje porque es un terreno fértil para la creatividad y me ha gustado mucho el libro de Rodrigo Cortés llamado Verbolario, donde muestra cómo las palabras pueden transformarse en juegos conceptuales y emocionales. Menudas risas me he echado por las mañanas mientras leía y tomaba café.

El juego activa el cerebro en múltiples niveles, conectando áreas responsables de la creatividad, la memoria, la regulación emocional y la resolución de problemas. Pero más allá de lo cerebral, está el poder que tiene para resignificar nuestra realidad.

El juego con las palabras, como lo hace Rodrigo Cortés en Verbolario, no solo nos divierte. Nos da el poder de reinterpretar lo que nos rodea y de ver el mundo desde un lugar nuevo. Cada nueva conexión que hacemos entre palabras no es solo un acto creativo; es una reorganización literal del cerebro. Eso explica por qué reímos: el giro inesperado de una palabra activa redes relacionadas con el humor y el placer.

El fenómeno de la plasticidad cerebral es el trasfondo de todo. Cuando jugamos (con palabras, ideas, acciones o videojuegos), nuestro cerebro aprende a adaptarse y se fortalece en el proceso. Al jugar potenciamos nuestras funciones ejecutivas, memoria y capacidad de atención.
¡El juego es gimnasia cerebral en su máxima expresión!

El peligro del exceso:

Aquí entra la joya de la reflexión, que no es ni mía, pero que versa así: «NADA EN DEMASÍA.» El juego, aunque potente, puede transformarse en un arma de doble filo si lo usamos como un escape constante. Como podría llegar a ocurrir en el caso de los Hikikimori, donde los juegos pueden llegar a convertirse en un refugio peligroso. Los sistemas de recompensa en los videojuegos están diseñados para ser adictivos proporcionando una sensación de éxito que normalmente no se encuentra en lo cotidiano. El cerebro, hambriento de dopamina, se aferra a esos logros ficticios, dejando de buscar el «progreso» fuera de la pantalla.

Mi juicio sobre el equilibrio:

El juego tiene un valor incalculable, pero como cualquier herramienta, su poder depende del uso que le demos. Hay tres pilares que considero esenciales:

  1. Ya sea con palabras, otras personas, o incluso con una misma. El juego debe ser un medio para reforzar nuestras relaciones y para explorar nuestras capacidades de manera saludable.
  2. No se trata de demonizar el juego (¡sería una tragedia!), sino de reconocer cuándo empieza a reemplazar aspectos importantes de nuestra vida. La moderación nos permite disfrutar sin caer en la dependencia.
  3. El juego nos enseña a mirar el mundo con otros ojos. Pero debemos recordar que ese poder también puede trasladarse a nuestras realidades diarias. Reinterpretar los desafíos, encontrar humor en lo cotidiano y reinventar nuestras narrativas es quizás el juego más importante.

    Una nota final sobre los «trucos»:

    Si el humor juguetón y las palabras resignificadas pueden transformar cómo vemos una mañana de café, imagina lo que pueden hacer con un problema complejo o un día gris. Juguemos con el lenguaje, sí, pero también con nuestras percepciones y expectativas. Ahí es donde está la verdadera magia del juego: no en la evasión, sino en la capacidad de construir un mundo nuevo, incluso con las mismas piezas. ¿Qué opinas? ¿Jugamos a inventar un término que combine la adicción al progreso ficticio y la necesidad de conexión real? Algo como dopalogro, quizás: el ansia de un éxito inmediato que da placer pero nunca nos llena. 😊

    Las próximas semanas me dedicare a jugar con ideas sobre las emociones, los pensamientos y las conductas. Comprendiendo todo esto con humor, porque total, nos vamos a morir igual. Qué menos que echarnos unas risas.

    Salud, café y muchas filosofadas 🙂

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